Autorretrato de mi vieja F100

Chamartín de la Rosa

“Mi pueblo me lo robaron, anoche cuando dormía…”. Ni de lejos soy aficionado a Manolo Escobar, pero en este caso he de plagiarle porque viene a cuento: e1 14 de noviembre de 1947 Su Excelencia el Jefe del Estado y Generalísimo de los Ejércitos decidió que mi pueblo sobraba en el mapa. En tal día firmó el decreto por el que se disponía la anexión total del término municipal de Chamartín de la Rosa al de Madrid (B.O.E. del 13 de diciembre). Yo, mientras tanto, seguía dormidito en la tripa de mi mamá. Me nació el 4 de abril del año siguiente y 92 días después del decreto mi patria chica había sido eliminada: el 5 de junio de 1948 se disolvió su Ayuntamiento. Tras permanecer siete meses en el corredor de la muerte, Chamartín fue ejecutado.

Durante algunos años hice constar mi lugar de nacimiento en el D.N.I. y con orgullo (mucho antes de que importaran el proudly…). Pero más tarde me dijeron que ese sitio no existía y me sumaron con todos los naturales de Madrid. Además, no me dejaron conservar el documento, porque por entonces (no sé ahora) era propiedad del Estado (como las tarjetas de crédito que, aunque no lo sepas, son propiedad del banco). Aprovechando la ocasión querría rendir homenaje al difunto Sidi Saleh Tayeb, de la Delegación Saharaui para España, que no perdía la ocasión de enseñarte su viejo D.N.I. en el que constaba que era natural de la provincia del Sáhara, hoy tan desaparecida como mi Chamartín.

Como prueba inicial de mi radicación, aquí les muestro mi carnet de niño chamartinero y la cartilla de seguimiento que me hicieron hasta que pesé 8,360 Kg (el día 16 de junio de 1949). La ominosa presencia del yugo y las flechas perduraría en mi vida unos cuantos años más…

No es mi intención convertir este apartado en una mini-historia del municipio; ya hay unos cuantos libros, artículos y sitios web sobre ello. No obstante, les presento, para que se sitúen, unos mapas y fotos en los que se puede ver su perímetro en distintas épocas. También aparecerán en su momento las cosas curiosas que vaya encontrando en mi archivo y en lo que me queda de memoria. También les sugiero que miren el relato llamado «Corea (1960)» en la sección de viajes.

Término municipal de Chamartín de la Rosa en el Mapa Topográfico Nacional a escala 1:50.000 (1875)

Término municipal de Chamartín de la Rosa en el Mapa Topográfico Nacional a escala 1:50.000 (1932)

Perímetro del desaparecido término municipal de Chamartín de la Rosa en el Mapa Miliar de España, serie L (1992)

Perímetro del desaparecido término municipal sobre imagen de satélite actual (2019)  Fuente: Google Earth

Aunque nací en otro lugar (véase el capítulo «Mi vida»), la casa donde viví casi desde ese mismo instante estaba en una calle que tenía un nombre distinto del actual: se llamaba Duque del Infantado (nombre que fue sustituido por el actual tras la anexión del municipio por Madrid). Ello no fue así porque estuviera duplicado, sino porque sí (si algún día encuentro el expediente del cambio de nombre, si es que existe, se lo comunicaré). Es una pena, porque el nombre alusivo a este título nobiliario tenía sentido, mientas que el actual es insignificante (en sentido etimológico: no significa nada, excepto el capricho de algún burócrata).

Parte del plano del término municipal según consta en la Memoria del Ayuntamiento de Chamartín de la Rosa 1939-1945
En él se ve la calle Duque del Infantado, así como la actual calle Bravo Murillo aún con el nombre de “Generalísimo Franco”,
a la vez que la Avenida de Generalísimo, según la nomenclatura de Madrid

Los Duques del Infantado fueron los señores de Chamartín desde 1678, cuando compraron la jurisdicción al anterior titular, hasta la abolición definitiva del régimen señorial, en 1837. Fue la IV Señora de Chamartín y VIII Duquesa del Infantado Catalina Gómez de Sandoval y Mendoza, la que adquirió el señorío, tras la muerte de su marido, Rodrigo Díaz de Vivar y de Mendoza (IV Duque de Pastrana). Es decir que el señorío de Chamartín lo adquirió la Casa del Infantado. A esta se le añadió posteriormente la Casa de Pastrana que, además, era más tardía en su origen (1572 vs. 1475) y menos poderosa. Durante este lapso de 158 años fueron adquiriendo fincas para redondear su Estado, de modo que a mediados del XIX eran propietarios de buena parte del término (al menos en su mitad oriental, en torno al casco del pueblo). Además, se hicieron patronos de la parroquial de San Miguel.

Si este título no está más presente en la historia reciente y la toponimia urbana de Chamartín se debe a un desliz sexual del XIII Duque: tuvo un hijo ilegítimo de nombre Manuel Álvarez de Toledo y Lesparre, que heredó las fincas de Chamartín y el título ducal de Pastrana, incorporado a la Casa del Infantado desde finales del XVII, como se ha indicado. Tuvo un largo pleito con sus hermanastros y sobrinos, que acabó ganando.  En el ínterin, tal vez por despecho, malbarató parte de la herencia, regalando las joyas (el Palacio Nuevo y el Palacio Viejo) en 1859 y 1880 a las monjas del Sagrado Corazón y a los jesuitas, respectivamente. Esto dio lugar a dos de los más mayores colegios religiosos de Madrid: el Sagrado Corazón y Nuestra Señora del Recuerdo. Este gesto fue agradecido por la Corporación municipal, poniéndole el nombre de “Duque de Pastrana” a una calle y luego a la que había sido la Plaza Mayor de Chamartín desde los tiempos de Maricastaña.

Al construirse la línea 9 del suburbano, el nuevo nombre de la plaza recayó en la estación de Metro allí localizada. Con lo que la, llamémosle injusticia, se ha consolidado irreversiblemente. Podrían haberla llamado “Duque del Infantado” por los motivos aludidos, si alguien hubiera estudiado el asunto un poco a fondo, pero mejor aún “Chamartín” si no fuera porque el nombre le ha sido hurtado por la estación del metro nombrada en función de la  estación de tren. No habría habido problema si hubieran renombrado a esta última “Chamartín Estación” o “Chamartín Renfe” (como existen en el sur «Atocha» y “Atocha Renfe”). El caso es que la minúscula villa, sin población autóctona que la defendiera (Tetuán es otra cosa) se quedó sin nombrar a su estación de metro. Esto es algo que habían conseguido el resto de los antiguos cascos históricos de los pueblos anexionados: Fuencarral, HortalezaBarajas, Canillas, Canillejas, Vallecas, Villaverde, Carabanchel y Aravaca (El Pardo es asunto geográfico y políticamente aparte). Los temas toponímicos con relación a Vicálvaro (mi segunda patria chica), son específicamente tratados en el apartado de toponimia.

La Casa de Mendoza, a la cual se incorporó el Ducado del Infantado, como he dicho, tenía otras relaciones con Chamartín aparte de las enunciadas. Una que en mi infancia tuvo gran importancia era la del suministro de agua potable. Por estar al norte de la ciudad y, tal vez, por herencia y querencia histórica, la compañía que nos suministraba al principio era Hidráulica de Santillana S.A. Este nombre le venía de que la única obra de captación de que disponían era el Embalse de Santillana y llegaba a nuestros pagos a través del Canal de Santillana. El agua era de mucha mayor calidad (más dulce) que la del Canal de Isabel II, porque su zona de captación era casi exclusivamente entre los granitos serranos (en La Pedriza y alrededores) mientras que la que llegaba por los conductos del Canal de Isabel II se captaba en terrenos neísicos y esquistosos, con piedemontes más arcillosos. El inconveniente era que el agua venía rodada y por no tener un depósito elevado (como el 4º Depósito del Canal), no traía presión suficiente para subir a los pisos. La consecuencia es que, en nuestra casa, cada portal necesitaba un motor para que el agua subiera a los depósitos que había en cada vivienda; y era el niño el que tenía que bajar al chiscón a dar el motor de vez en cuando. No pasó nada porque no estaba escrito que pasara, porque la “seguridad” de la instalación era simplemente inexistente: un conmutador de cuchillas, con los cables semi-pelados, en ambiente húmedo y casi a oscuras…

Pero retomemos el tema: el Embalse de Santillana se llamó así no por el paraje donde estaba enclavado, sino por el título del propietario del terreno y las obras: Joaquín de Arteaga y Echagüe, XVIII marqués de Santillana. Este “Santillana”, a su vez,  procede de la villa cántabra hoy conocida por Santillana del Mar, que entró a la Casa de Mendoza por su entronque con la Casa de la Vega. Aunque en 19051907, cuando se construyó la presa vieja, el régimen señorial estaba totalmente desaparecido, seguían teniendo querencia por la zona, pues el título de conde del Real de Manzanares está anejo desde el principio al de Marqués de Santillana y es en pleno territorio del antiguo Real de Manzanares, donde está localizado el embalse. El Ayuntamiento de Chamartín reconoció esta relación poniendo a dos calles sendos nombres de la misma familia: como se ve en la imagen anterior (y no se ve en la siguiente).

Como nota curiosa: la Comisaría General para la Ordenación Urbana de Madrid y sus alrededores, que reunía a lo más granado de los urbanistas de la posguerra, trabajó con medios muy precarios, como todo en aquella época. Cuando se publicó en 1948 el Proyecto de prolongación de la Avenida del Generalísimo (entre los Nuevos Ministerios y la Plaza de Castilla, hoy Paseo de la Castellana) tuvieron que usar una cartografía base procedente de la Información sobre la Ciudad del año 1929. En esta cartografía base no aparecen las calles antedichas, que ya estaban hechas, al menos, cuatro años antes:

Detalle elaborado de la cartografía del artículo “Proyecto de la prolongación de la Avenida del Generalísimo”.
Fuente: Gran Madrid (Boletín Informativo de la C.G.O.U.M.A.), nº 2 (1948), hojas 26 y 27

Con el tiempo, iré subiendo más cosas de mi primera patria chica; por ahora finalizo con un papel que debería bastar para certificar mi origen chamartinero: el contrato de arrendamiento de la casa de mis padres (en una manzana que se proyectó como viviendas para maestros, pero acabó siendo ocupada por todo tipo de personas afectas al Régimen).