Las cañadas de Vicálvaro
Cañadas, cordeles y veredas… palabras que nos retrotraen a los tiempos en que el ganado merino trashumante era el amo de la Corona de Castilla. No las ovejitas (portadoras de la mejor lana del mundo), sino el todopoderoso Concejo de la Mesta. La meteorología de la Iberia seca (como la de otras partes del Mediterráneo y del mundo) obligaba a llevarlas de un lado para otro (de las sierras del norte a las dehesas del sur, y vuelta) para disponer de pastos adecuados a lo largo de todo el año. Y este tipo de infraestructuras eran imprescindibles para ello. Millones de ellas se ponían en camino cada otoño, desde León hasta Badajoz y desde La Rioja hasta Sevilla, y de vuelta cada primavera. Se calcula que la longitud de esta malla viaria llegaba a los 125.000 kilómetros, aunque la mayoría eran las de menor rango (como lo son ahora las carreteras normales en comparación con las autopistas). El mayor auge de este tráfico ocurrió en los siglos XV y XVIII. La depreciación de la lana, el incremento de la ganadería estante, la resistencia de los agricultores al antiguo sistema y el transporte motorizado llevaron a que, a partir del siglo XIX, la trashumancia fuera perdiendo importancia. Hoy día la podemos considerar en riesgo de extinción,
Por Vicálvaro pasaban más de cien mil cada año y, concretamente, por la Cañada Real Galiana, de ilustre y antiguo origen y de lastimosa desaparición. Pero no solo había ganado trashumante por estos pagos. Unas pocos miles de cabezas de ganado local también la usaban, así como las otras ocho vías pecuarias que cruzaban por nuestros campos, para aprovechar pastizales y rastrojos, así como para dirigirse a otras localidades de la comarca. Los rebaños de ganado lanar también eran aquí los usuarios principales, pero no faltaban las recuas de trajineros y los afamados toros de las riberas del Jarama. Nombres actualmente en uso como Pavones, Vinateros y La Elipa entran en la nómina de nuestras antiguas vías pecuarias, así como otros, ya perdidos, como La Cuerda, Santiago, El Santísimo, Las Peñuelas, Las Estevillas, etc. Sin olvidar el Cordel del Abroñigal, yacente bajo la M-30. Oficialmente, sobre el papel, casi todas existen en la actualidad, aunque sean imposibles de transitar por atravesar un territorio casi totalmente urbanizado.
Para que se hagan una primera idea de cuáles eran y por donde iban, les muestro este croquis:
(En este diagrama se muestran solamente los elementos principales; para conocer todos los recorridos, ver la monografía, más abajo)
Si quieren otra aproximación comparativa, debajo de la foto aérea siguiente se las ve sobre el parcelario antiguo, antes de la urbanización:
Para ver la capa inferior, mover el cursor ◄ hacia la izquierda
Si quieren seguir ahondando, les ofrezco seguidamente una monografía sobre el tema, que es el meollo de esta aportación. En ella se describe el marco geográfico e histórico, se comentan varios conceptos relacionados con las vías pecuarias y se echa una ojeada a la parte de la red general que nos afecta, así como lo que sabemos del ganado local. Finalmente, y esta es la cuestión principal, la historia de las cañadas de Vicálvaro.