Si he hecho bandera de los trabajos colectivos y los tengo a gala, este podría llevarse la palma, no tanto por el número de coautores, sino por su procedencia. Trabajo profesional (aunque con cantidad de horas privadas, en sábados y domingos), planteado como puesta en valor de un recurso cultural y paisajístico en el contexto de la promoción de una zona socioeconómicamente deprimida. Nada de diletantismo, pues; otra cosa es que se consiguiera o no alguno de los objetivos propuestos o se haya quedado como otro más de los juegos de salón de los intelectuales. Mi presencia del lado del medio natural y la promoción utilitaria, la de Javier Méndez Sánchez (arquitecto), como responsable comarcal de rehabilitación de edificios y la de Agustín «Tinín» Berzal Siguero (molinero) como profesional del sector, constituyen las tres patas perfectas del banco, de un equipo integrado, más allá de lo que la Academia propone.
La convocatoria de aquellas Primeras Jornadas sobre Molinos (padre de la criatura: Luisvi Elías Pastor) tenía sentido y buena prueba de ellos han sido los sucesivos Congresos de Molinología que se han celebrado (en 2023 van por el decimotercero). Hubo algún ponente que era a la sazón Consejero de Cultura de cierta comunidad (y que llegó en coche con chófer) pero el resto éramos gente corriente que hizo lo que se hace en los congresos: además de enseñar y aprender, nos lo pasamos pipa. Ofrezco un indicio en el siguiente testimonio gráfico; a aquellos que consideren que serio y triste son sinónimos, supongo que no se les ocurrirá leer nada de lo publicado en este tomo, pues los señores congresistas demuestran no ser nada serios. Por otro lado, solo riéndose uno de sí mismo, tiene derecho a reírse luego de los demás.
Molino de Sorzano (La Rioja)
Mayo de 1988