Generado a partir de: JOHANNES GANS: Arboretum logicum… descendentes a Rudolpho I imperator (Köln, 1639). Public domain, vía Wikimedia Commons

El árbol genealógico: metodología

Ha sido considerado por los genealogistas durante siglos como la expresión perfecta de la ascendencia de una persona y, naturalmente, no pudimos ni quisimos sustraernos de esa tendencia. Pero en los árboles antiguos primaba la estética sobre los contenidos y rara vez comprendían más de cinco o seis generaciones. Hoy día los diseños más o menos monos, en plan manualidades del cole, siguen teniendo bastante aceptación, sobre todo entre los aficionados más superficiales (llegando hasta los bisabuelos, con suerte), como éstos. Cuando te lo tomas más en serio y el número de generaciones supera las treinta o cuarenta, la expresión gráfica es extremadamente dificultosa, si no imposible. Por otro lado, el árbol, que para muchos es el fin de sus ansias y trabajos, para nosotros ha sido en gran medida solo el punto de partida, la percha donde ir colgando otros datos que nos aproximasen al siguiente estadio: el de la historia familiar.

Entre los diferentes tipos de diseño de árboles, el que permite incluir más personas por unidad de superficie es el circular. Tiene el inconveniente, para las mentes más simples o tradicionales, de que desaparece la semejanza con el árbol convencional, con su tronco abajo (representando a ego) y sus ramas encima, representando a los ascendientes.

Cuando comenzamos la aventura de la búsqueda de nuestros antepasados, allá por 1986, no teníamos ni idea de informática e Internet seguía siendo una cosa para algunos científicos e ingenieros. Afortunadamente, conté con la colaboración de un compañero de trabajo Ángel Mena Hierro (delineante) que nos creó un árbol a la medida, usando AutoCAD. En realidad, yo lo diseñé (hice de arquitecto), él lo creó (hizo de aparejador, maestro de obras y oficial) y yo le ayudé en algunos trabajos rutinarios (hice, pues, también de peón). La única diferencia con los árboles ya inventados consistía en que incorporé un elemento para reflejar los casamientos y que cada celdilla llevaba incorporado la numeración Sosa correspondiente. Como yo no sabía por entonces manejar AutoCAD, lo imprimí en papel y sobre él iba haciendo las anotaciones. No era necesario poner los nombres de las personas, porque su número Sosa es un sustituto perfecto, al ser la relación entre ambos biunívoca y exacta (es como el D.N.I. de los antepasados).

Los datos completos de cada persona (imposibles de comprimir en ninguna aplicación gráfica), estaban, por otro lado, recogidos en fichas, inicialmente manuales y posteriormente en una base de datos ofimática (Access concretamente). Disponer de una base de datos permite, mediante las correspondientes consultas, tratar a la masa de individuos desde un punto de vista estadístico y averiguar datos complejos, como, por ejemplo, la edad media de casamiento, según la época y/o la zona geográfica y tantos otros parámetros. Mantener dos versiones del inventario de personas (tres al final) es bastante trabajoso, pero así se consigue la seguridad casi total frente a accidentes que pudieran destruir la labor de muchos años. Aquí están una muestra de la ficha manual y del formulario correspondiente de la base de datos:

En este tipo de árbol, el segmento de corona circular que le corresponde a cada persona se divide en dos en la corona correspondiente a la siguiente generación, para reflejar a su padre y su madre. Esto quiere decir que el ángulo central se reduce a la mitad en cada generación; a título de curiosidad, les diré que de la segunda generación a la vigésima pasa de 180º a 0,001373º sexagesimales. En el siguiente esquema se explica el sistema numeral y la lectura de los colores del árbol de procedencia, que más adelante se expone:

La presencia/ausencia de una persona y los valores que se le desean atribuir se consiguen editando esta base, bien modificando, bien eliminando celdillas. Este es su aspecto virgen (la base sin editar):

Árbol genealógico circular de diez generaciones, con celdilla para casamientos

Expongo la primera versión, confeccionada cuando no teníamos ni idea de hasta donde se podría avanzar y diez generaciones nos parecía un número redondo aceptable. Posteriormente, lo ampliamos hasta veinte, imagen imposible de mostrar aquí porque las generaciones distales salen completamente empastadas; para que fueran legibles haría falta una pantalla o un papel de varios metros de diámetro. También el de veinte se nos quedó corto en unas cuantas ramas, pero seguirlo ampliando habría sido una locura.

La ventaja principal de la citada aplicación es que, por tratarse de un programa que trabaja con imágenes vectoriales, todas sus líneas se mantienen del mismo tamaño y todos los textos y cifras con la misma definición, por mucho que se amplíe; con una imagen ráster no puede hacerse, porque llega un momento en que el pixelado hace ilegible los contenidos. Otra ventaja es que puede atribuírsele a cada celda o elemento el valor que se quiera, es decir, cualquier dato anejo a una persona y no solo su nombre o código. De hecho, yo lo he seguido usando casi hasta el final solo para indicar el territorio de nacimiento y casamiento. En la siguiente miniatura se han eliminado las líneas divisorias entre generaciones (circunferencias o arcos de circunferencia concéntricos) y entre personas (segmentos de radio), que ensuciarían la imagen y también para dejar patente las masas de color, que expresan el contenido que se desea. Ego en esta imagen, al igual que en todo el trabajo, es nuestra hija.

Esquema mostrando la procedencia geográfica (según las denominaciones actuales, enumeradas por orden de proximidad a ego) de las 20 primeras generaciones.

Este sistema de representación tiene sentido cuando se quiere contemplar a todos los antepasados como un conjunto, pero resulta inútil cuando lo que se busca son personas concretas. La superficie representativa de cada persona va disminuyendo en progresión geométrica a medida que nos alejamos de ego, lo cual puede ser visto como un inconveniente y efectivamente lo es, si lo que se pretende es identificar individuos, pero es eficaz en términos genéticos. El peso de la herencia de una persona muy alejada es más pequeño que el de una persona más próxima (haciendo todas las salvedades sobre genes dominantes/recesivos, ADN nuclear/mitocondrial, etc.) Eso corrige los sesgos culturales que cada persona (voluntaria o involuntariamente) pueda dar al estudio de sus ancestros. Por ejemplo, en nuestro caso, el conocimiento de los «flamencos» trasmeranos nos ha hecho bastante ilusión, nos ha llevado muchas horas y hemos producido mucha literatura al respecto, pero su relevancia genética es mínima: véase el rectangulito negro abajo a la derecha en el gráfico anterior. Los que descienden o pretenden descender de la Pata del Cid harían bien en medir esta ascendencia (cierta o presunta) sobre un diagrama similar y ver qué significado tiene. No quiero ridiculizar a los descendientes de Mío Çid Campeador, porque presuntamente, yo también me encuentro entre ellos: lo pueden encontrar en la generación 33ª como: Rodrigo (Ruy) Díaz, hijo de Diego y madre ignorada, nacido probablemente en la aldea de Vivar c. 1048 y muerto en la ciudad de Valencia el 10 de julio de 1099; de oficio caudillo de la frontera y Señor de Valencia, provisto de Sosa nº 6.125.492.230; casado con Jimena Díaz…

El árbol circular puede dividirse en sectores, como cuadrantes y semicírculos no tanto para expresar, como para trabajar. Si se conocen una cantidad apreciable de personas, tan útil como la numeración Sosa son los esquemas de avance y estado de la cuestión: los planos de la operación. Me consta que hay gente que no los usa, pero yo sería incapaz de hallar el rumbo sin ambos elementos auxiliares. Imagínense a la Guardia Civil queriendo regular el tráfico sin disponer de GPS ni mapas y con vehículos sin matrícula… Nosotros hemos usado un par de hojas de ruta fácilmente transportables y organizables: un cuadrante en DIN A4 y dos cuadrantes en DIN A3; les muestro un ejemplo de uso y la posibilidad de descargar los formatos, si así lo desean. La notación empleada ha sido:

Nacimientos: Circuido en rojo = hallada la partida; tachado en negro = no hallada (agotada la fuente); tachado en rojo =  no existe la
fuente para esa localidad, en esas fechas.

Casamiento: Aspa roja = hallada la partida; aspa negra: no aparece; negro = no existe la fuente para esa localidad, en esa fecha.

Cierre (fin de rama) = Cierre en negro y rayado (si no lo está, es una línea pendiente de seguir investigando)

Descargar DIN A4 de un cuadrante (2 MB)
Descargar DIN A3 de dos cuadrantes (1,5 MB)

El árbol genealógico es el corazón del apartado de genealogía familiar; el resto la mayoría de los usuarios lo considerarán adornos o complicaciones innecesarias. Aquí es donde se resume y se expresa por varios medios lo que hemos averiguado de nuestros antepasados. De algunos podríamos escribir mini-biografías que exceden la capacidad e intención de los programas genealógicos actuales. Y lo haremos, Dios mediante.

Tras las fichas y estadillos manuales del comienzo (1987), la generación del árbol circular (2002) y la creación de la base de datos (2005) se manifestó la conveniencia de usar un medio para volcar la información en Internet, por un medio estándar y comprensible para el público en general. Nos decidimos a volcar la información disponible en este tipo de soporte el año 2015. Elegimos el programa Ancestral Quest (versión 14) por parecernos uno de los más serios y completos, además de mantener la estructura del Personal Ancestral File (PAF) de los mormones, que ya estábamos acostumbrados a usar; tiene, lógicamente, las características de los programas GEDCOM. Antes de meterse de lleno en su visualización (en el apartado siguiente: Contenidos), les sugerimos que lean estas advertencias:

► La construcción de una genealogía personal es un estudio histórico, en tanto en cuanto narra hechos ocurridos en el pasado. Como toda la Historia, tiene el carácter de saber y no de ciencia, pues no permite su verificación empírica (no se puede viajar en la máquina del tiempo ni hacer análisis de ADN a cada persona en ella citada). Lo único que se le puede pedir es que sea coherente con las fuentes e internamente. La propuesta de reconstrucción que aquí mostramos creemos que cumple con ambas condiciones; si alguien descubre errores o inconsistencias (más allá de las aceptadas explícitamente en cada caso) le rogamos que nos lo comunique.

El problema es que las fuentes pueden ser dudosas o ambiguas. En general, a las fuentes documentales las hemos considerado fuera de duda, pero pueden ser ambiguas en el sentido de que hay varias posibles explicaciones para un mismo dato. El principal factor de ambigüedad es el de la presencia de varias personas que cumplen las condiciones necesarias para ser considerada como progenitores de otra. Al explicarle esto a algún aficionado novato le extrañó porque consideraba que los nombres y apellidos de padres y abuelos y las fechas ya conocidas no dejaban mucho lugar a interpretaciones; no sabía que la norma de citar abuelos no empezó a instaurarse hasta el siglo XVIII, a principios o mediados según los sitios. Sabiendo solo el nombre y apellido, en los lugares pequeños podemos encontrar varias personas homónimas y en fecha. Cuando así ha sido, hemos optado por añadirles una letra al número Sosa (“A”, “B”, “C”, etc.) y parar la investigación de esa línea en ese punto, en espera de que documentación complementaria nos indicase cuál de las posibles personas era realmente la nuestra. Todas ellas serían antepasados equipotenciales, sin poder determinar a ciencia cierta, cuál lo fue realmente. En algunos casos, afortunadamente, otras fuentes han deshecho la ambigüedad.

Cuando no hay varias personas de parámetros coincidentes con la buscada, hemos dado por buenas ciertas reconstrucciones que luego se manifestaron erróneas a la luz de documentación posterior, como los protocolos notariales o los expedientes matrimoniales. De hecho, hemos tenido que llevar a cabo la dolorosa poda de algunas ramas (destruir trabajo ya hecho y volver atrás). No tenemos una cuantificación completa de los errores que han sido subsanados; en el caso concreto de la Diócesis de Sigüenza, los expedientes matrimoniales (consultados después de los libros sacramentales) nos dieron un solo error sobre 14 linajes conocidos (7 expedientes x 2 cónyuges). El caso más grave ha sido el de la identidad de Constanza de Mendoza [y Sarmiento]: una lectura errónea de una fuente secundaria (los papeles de Salazar y Castro) y el desconocimiento inicial del testamento de ella nos hicieron seguir cierta línea que luego se reveló como errónea. En este caso, la evaluación de daños si ha sido posible: 980 personas eliminadas (generaciones 18 a 42): el 34 % de las personas de ese intervalo; la rama que injertamos en el lugar de la podada aportó solamente 201 personas (saldo negativo, pues, de 779 personas); el tiempo invertido en desfacer el entuerto y enderezarlo ha sido de un mes y esto porque las fuentes estaban accesibles en Internet. El tiempo perdido en el establecimiento de las líneas erróneas es invaluable.

Otra fuente de error ha podido ser el elegir a personas que estaban en edad de procrear (mujeres básicamente, que son las que tienen este lapso más acotado) usando la ventana estándar: 18-20 años como mínimo y 40 como máximo; si ha habido excepciones a esa regla o bien hemos dado a la persona por no hallada o, lo que es peor, hemos elegido a otra homónima que sí tenía la edad adecuada. Aunque hay bastante más que comentar a este respecto, lo dejaremos por ahora. Solamente hay que añadir que la reconstrucción es, en su mayoría, histórica o social y no genética; las infidelidades conyugales no suelen ser detectables en la documentación.

En geometría hay tres postulados básicos que podrían transferirse a la investigación genealógica y otras: 1) Por un punto en el espacio pasan infinitas rectas. 2) Por dos puntos pasa una sola recta, pero esa recta puede ser contenida en infinitos planos y 3) Por tres puntos (que se pueden unir por rectas de forma biunívoca) pasa un solo plano. Aplicado a la genealogía puede interpretarse que si de una persona dispones de un solo dato, mal va la cosa (salvo que sea documental, completo e indubitable). Si ese dato es el nacimiento, puede darse por bueno (siempre y cuando sus padres no hubieran tenido otro hijo homónimo). Cuando los puntos son opiniones de historiadores y genealogistas previos, es decir, si el conocimiento del hecho no puede ser objetivo, sino intersubjetivo, tener tres referencias independientes siempre vendrá bien; eso es lo que hemos intentado hacer: las famosas tres patas del banco, necesarias para que no te des un batacazo al sentarte en él.

El resumen sobre la fiabilidad de los datos expuestos sobre nuestros linajes y, en gran medida, sobre la de todos los demás, podría ser este:

Periodo contemporáneo [C]:

Incluye las generaciones con personas conocidas vivas o con enterramiento conocido. Datos indudables por la presencia e información de los  interesados y la coexistencia de fuentes religiosas y laicas (el Registro Civil). En caso necesario se podría proceder a verificación mediante pruebas de ADN.

Período histórico post-tridentino [T]:

Incluye las generaciones con personas halladas mediante documentación fundamental: los registros de actos vitales; eventualmente con otra documentación fiable (censos, padrones, expedientes de instituciones, protocolos notariales, etc.)

  • Fase T1 (Tardía): Incluye las generaciones con personas registradas con base en partidas completas (indicando padres, abuelos, lugares de procedencia, etc.). Normalmente, se dispone para ella de los tres libros sacramentales para hacer cotejos cruzados.
  • Fase T2 (Temprana): Incluye las generaciones con personas registradas en libros sacramentales que no cumplen con las anteriores condiciones. Con presencia de personas dudosas.

Periodo histórico pre-tridentino [M]:

Incluye las generaciones personas halladas sin el apoyo de documentación sacramental. Las fuentes son, casi siempre, secundarias y a menudo sin procedimiento de verificación documental. Los genealogistas más puristas excluyen a personas con estas características; la credibilidad de las fuentes es extraordinariamente variable: desde burdas falsificaciones de documentos y genealogías fantásticas hasta investigaciones contemporáneas fiables.

  • Fase M1 (Transición): Incluye las generaciones con personas en parte halladas en libros sacramentales, en parte en otros documentos fiables y en parte en trabajos de historiadores, cronistas y genealogistas. Al ser este un periodo crucial en la transición de la documentación positiva a la indirecta y especulativa, nos ha parecido procedente ampliar la gráfica con otra en la que se muestra el porcentaje de cada tipo de fuente sobre el total de su generación. Esto se refiere a la identificación del individuo (entendiendo por “identificación” el motivo inicial y a veces único de su incorporación al linaje, no cuando las fuentes secundarias son mero complemento; por ejemplo, si se dispone de una partida de alguien y, además, de su expediente de una Orden Militar, va como incorporado por libro sacramental):
  • Fase M2 (Medieval pura): Incluye las generaciones con personas conocidas exclusivamente por crónicas y trabajos genealógicos previos. Su fiabilidad, amén de la rigurosidad del autor, depende de la notoriedad de las personas: es difícil que no haya consenso historiográfico sobre monarcas y alta nobleza, excepto en los habituales orígenes legendarios. Yendo hacia abajo en la jerarquía social puede haber opiniones contradictorias: si no hay consenso entre historiadores solventes no se han incorporado a los sujetos; algunos están aceptados porque aún nadie ha investigado en profundidad recientemente sobre ello para confirmar o desmentir. Muchos de los documentos que se citan pueden no ser coetáneos sino producidos incluso siglos después de la vida de las personas citadas. Los eventuales errores que nuestra reconstrucción pudiera tener hasta llegar a este período serán responsabilidad nuestra; en él, si hay algo mal, “las reclamaciones al maestro armero”, siendo nuestra parte alícuota solamente la de haber escogido al maestro armero inadecuado (si es que había más de uno disponible). En todo caso, estamos entre los que citan las fuentes, cosa que unos cuantos genealogistas de Internet no hacen.

Periodo oscuro [O]:

Incluye las generaciones con personas reconocidas en general por la historiografía o la tradición oral, pero cuyas relaciones familiares ni están documentadas ni podrán estarlo nunca. Nuestras entrañas positivistas se resistieron durante un tiempo a incluir estas ramas pero, aparte de que hay incluso algún profesor universitario acepta a la persona raíz (como se explica en las fuentes de estos personajes), no deja de tener cierta coherencia, una belleza por coincidencia de forma y fondo. Todos los elementos lejanos, en el tiempo y el espacio son poco discernibles, borrosos y a menudo oscuros, pero no por ello han de eliminarse del paisaje, sino simplemente, hay que desdibujarlos, presentándolos con la explícita etiqueta de duda total. En última instancia, puede que fuera así o puede que no, pero el prolongar el linaje hasta este extremo ayuda a dimensionar en términos absolutos la longitud máxima posible de un linaje en Europa (al menos en la parte de Europa que tuvo relación con el Islam y la cultura árabe).

► Tanto en la base de datos como en el árbol, las personas son citadas con apellido paterno y materno, a sabiendas de que es algo incorrecto. En España esto es normativo desde finales del siglo XIX y costumbre, en según que lugares y clases sociales, desde mediados del XVIII. La misma persona, en según qué documentos, puede llevar uno solo o los dos o diversas combinaciones de apellidos si son gente de alcurnia. Antes de esto es un anacronismo y en las personas extranjeras, absolutamente inexacto. A pesar de ello, se ha procedido así por convenio, porque es conveniente para la identificación de las personas, dadas las muy frecuentes homonimias, que han llevado a errar a muchos genealogistas pasados y presentes (y me temo que futuros). En ambos medios hay apartados en los que se explicita el nombre o nombres con los que fueron conocidos en época, incluso en su lengua vernácula, si no es el castellano. Traducir los nombres extranjeros es algo habitual; véase el caso de este Infante de Castilla.

Ejemplos: a la persona Sosa 3062727188 se la presenta como “Trastamiro Aboazar Godínez” y como nombre vernáculo “Trastemiro Alboazar [Abu-Azar]”; su madre aparece como “Unisco Godínez” y como nombre vernáculo “U. Godines / Godins”. La persona Sosa 3062733188 aparece como “Sancho Ramírez de Foix” y en el apartado de Apodo / Sobrenombre se dice que se trata de “Sancho I de Aragón + Sancho V de Pamplona” omitiendo que en los documentos coetáneos se le cita habitualmente como “Sanctius Rex”. Somos conscientes de que esto será considerado como un error por los ortodoxos, pero hemos preferido aplicar una sola norma a rajatabla, porque decidir caso a caso podía resultar agotador, habida cuenta de la disparidad de criterios tanto documentales como historiográficos.

► Resumen: se trata de un árbol con líneas directas (sin ramas colaterales: hermanos, primos, etc., salvo en casos de consanguinidad).

Las cifras básicas son las siguientes:

(1) Documentado quiere decir que hemos tenido a la vista el documento original que atestigua la fecha (día, mes y año). Hay otros que podríamos considerar probados porque la historiografía nos proporciona, al menos, el año del acto vital correspondiente, pero estos no cuentan aquí.

(2) Entendemos por “total de linajes” el total de personas que son fin de rama. Eso quiere decir que se pueden establecer n líneas uniendo a ego con n personas distintas que son fin de rama (la persona más antigua conocida en cada linaje)