Otros baches y otras carreteras

Otro de los subproductos de mi trabajo en torno a las Reales Fábricas de Artillería de Liérganes y La Cavada fue el hallazgo de un uso distinto del convencional entre sus técnicos y trabajadores de la palabra “bache”. Tal vez fuese una más de las palabras de su jerga (todos los oficios la tienen) con origen en el francés y/o el valón. Pero se me ocurrió que tenía algunos paralelismos con la palabra actual “bache” en el castellano. Por ello, con afán de colaborar (y de forma un tanto pretenciosa) le dirigí el año 2010 un escrito a la Real Academia Española con el mini-informe abajo adjunto. Ni siquiera acusaron recibo.

Algo bien distinto de lo que ocurrió en el mismo ámbito y con la misma institución al respecto de una acepción de la palabra “carretera” que su diccionario no recoge y que sería la tercera: mujer que maneja un carro. Me respondieron rápida y amablemente a mi consulta sobre si era correcto usar esa palabra en tal sentido y me dijeron que sí: que si la tenía documentada y, dado que la palabra flexiona así en castellano, su uso era perfectamente admisible. Sin embargo, en la última edición del diccionario oficial, la voz carretera sigue sin contemplar esa acepción. Es posible que hubiera tan pocas mujeres dedicadas a este oficio que no tenga sentido traspasarla al diccionario general, por ser de uso muy poco extendido. Tal vez es que las feministas les tienen hartos con tantas pretensiones de acabar con el sexismo en dicha publicación (muchas de ellas ridículas, en mi opinión, porque ignoran que existen los géneros masculino, femenino, epiceno y neutro). Último chascarrillo a este respecto: hace pocos días, viendo en la tele un documental sobre la fauna de los Andes patagónicos, el locutor soltó “guanaca” para referirse a la hembra del guanaco (¿!); el que la perseguía era un puma macho, pero no se le ocurrió decir “pumo”…

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