La existencia del trabajo se debe en partes iguales a la tenacidad y a la casualidad. Estábamos rebuscando (pasando hoja a hoja) en los cientos de tomos de los protocolos custodiados en el Archivo Histórico Provincial de Toledo, en busca de testimonios sobre nuestros antepasados en Valdepusa, cuando apareció el testamento de esta pobre mujer (léanlo si quieren saber por qué la compadecemos). Resultaba curiosa e intrigante la presencia de una dama valona en una pequeña villa castellana y como, además, nuestras relaciones con Valonia estaban ya establecidas por el asunto de los «flamencos» de Liérganes y La Cavada, decidimos adoptarla. Su vida resultó ser un tanto novelesca (romántica y trágica) y merecía la pena contarla. Y no precisamente para subirnos al carro del empoderamiento feminista.
Usamos en él, por primera vez, la jerarquización de inventarios de bienes y servicios que aplicaríamos luego en otros cuatro trabajos, a efectos comparativos. (véanse Cosas de montañeses (I), (y II), Cosas de monteños… y Relación ordenada de algunos inventarios…)